viernes, 30 de abril de 2010

JULIO OTEROS RAMÍREZ


Estaba pensado que, tan pronto tuviese las fotos del Viernes Santo, compartiera con ustedes este humilde espacio el vivir del aquel Viernes en el que ni un cirio se apagó por el viento. Los cirios eternos...
Están tardando mucho las fotos, de ahí que no haya habido una nueva entrada en este blog.
Pero hoy he decidido volverle a escribir, sobre todo, porque el corazón de todos los que componemos las Angustias, el corazón de todos los carteyanos, el corazón de todos los que componemos esa mayúscula actividad de la Cofradía, La Pasión y La Natividad, está desgarrado, roto, dolorido y desesperanzado.
La mañana del 24 de Abril nos despertamos todos con la terrible noticia de la muerte de un buen amigo nuestro, de Julio Oteros Ramírez, Julio el Porrillas, Julio el Taxista, Julio el hombre de la eterna sonrisa.
En estos momentos todos nos hacemos muchas preguntas, y ciertamente nos alcanzamos a descubrir, a entender, cuál es el sentido de esta desgracia. Parece como si, tras cuatro años de representación de la vida dolorosa de Cristo, tras dos o tres de representar el Nacimiento de Cristo, tras cuatro años en el que todos más que amigos ya somos una familia, ahora se nos exigiera una prueba de fe, una prueba de confianza, una prueba en la que todos, al fin y al cabo, debemos de estar más unidos.
En el centro y tumbado, nuestro amigo Julio, formando una gran piña con el resto de La Pasión en nuestro viaje a Terrassa (Barcelona)
Julio no pertenecía a la Cofradía de María Santísima de las Angustias sino a la del Cristo Yacente y Centuria Romana. Pero Julio supo y quiso trabajar con nosotros, quiso involucrarse con nosotros, quiso compartir con nosotros toda una vida y unas vivencias que jamás olvidaremos. A Julio lo consideramos uno de las Angustias y a Ella le confiamos su eterno descanso.
Hoy más que nunca, se nos pide un acto de fe y de confianza.
Nuestro hermano Julio está junto con Dios, está vivo para Dios, está mirándonos desde alguna de esas preciosísimas ventanas del Cielo. Julio está y estará siempre con nosotros. Pues si Cristo ha resucitado, y esto es una verdad de fe, nosotros también estamos llamados a la resurrección, a la vida eterna.
Ahora nos toca seguir trabajando, seguir estando juntos, seguir viviendo la comunión de los santos con nuestro hermano Julio, que él desde allí arriba se sentirá orgulloso.
Descanza en paz, amigo nuestro.